Durante el proceso de envejecimiento se
producen una serie de variaciones
en el organismo a diversos niveles, que repercuten en el estado de salud de la
persona y que deben ser tenidos en cuenta para poder mejorar su calidad de
vida.
Entre ellos podemos encontrar los cambios sensoriales, que son aquellos en los
que disminuyen los cinco sentidos, entre los que se puede destacar la capacidad
para detectar los sabores dulces, salados, amargos y ácidos, además de la habilidad
para reconocer olores e identificar alimentos.
La densidad ósea se reduce, y eso
conlleva un riesgo de aparición de osteoporosis, que suele afectar sobre todo a
mujeres que tienen la menopausia.
Los estrógenos ayudan a preservar la
resistencia de los huesos, pero con la llegada del climaterio se produce una disminución de dichas
hormonas, por lo que los huesos se encuentran desprotegidos y se vuelven más
débiles. Es por ello
necesario un aporte suficiente de calcio para fortalecer los huesos. Además, se produce un acortamiento de
la columna vertebral, que hace que haya pérdida de estatura.
También se producen alteraciones metabólicas, como el aumento de glucosa en sangre, por una disminución de la tolerancia
a la glucosa.
La velocidad
metabólica basal dismunuye un 20 %, por lo que el aporte calórico
debería ser menor, lo que a veces no ocurre y da lugar a un aumento de peso,
que puede conducir a la obesidad.
A nivel renal, su función disminuye
hasta un 50 %, por lo que se debe evitar un exceso de proteínas en la dieta.
A nivel cardiovascular la hipertensión
está muy extendida en personas de esta edad, muchas veces coincidiendo con
otras enfermedades como diabetes, obesidad...
Los cambios que se suceden a nivel gastrointestinal (aparición de diarrea
y estreñimiento por malos hábitos alimenticios, poca ingesta de
líquidos y exceso de laxantes) pueden
interferir con el apetito y la eficiencia en la
digestión y absorción de los alimentos.
Una alteración muy común
es la dificultad en la masticación por deficiencia o pérdida de piezas dentales.
Son muy recurrentes
enfermedades neurológicas como el alzheimer y parkinson.
También se sufren cambios inmunológicos, que
van a dar lugar a la aparición de infecciones, por una disminución de los
niveles de las defensas.
Muchas de estas personas pueden sufrir modificaciones a nivel psicológico por diversos
factores, tales como depresión por enfermedad, muerte de un ser querido,
hospitalizaciones...